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Seguros en la dirección

Andando por los diversos caminos de nuestra sierra de Guadarrama me llama la atención la cantidad de veces que algún paseante o montañero me ha preguntado cual era el camino adecuado para llegar a tal o cual sitio. Raro es el día que no hay alguien que me pregunta y puedo asegurar que no llevo ningún distintivo que pueda hacer pensar que soy un guarda forestal. Lo he pensado varias veces y solo se me ocurre una idea: ellos van con dudas, mirando para aquí o para allá, buscando el camino en Google Maps; a mí me ven caminando con seguridad mirando al suelo para no tropezar, si hay piedras y disfrutando del paisaje.

Sentir la misa

En un ambiente tradicionalmente cristiano es normal que la gente asista cada domingo a misa. Es la norma general que supone una participación peligrosamente rutinaria y, somos conscientes, de la rutina a ir dejando de cumplir hay un paso. Sobre todo cuando el ambiente social ya no es precisamente cristiano en nuestra sociedad.

El tremendo escollo del odio

Resulta sorprendente comprobar hasta qué punto hay personas que viven años, quizá toda su vida, arrastrando el agravio sufrido. Matrimonios que se rompen, familias que se dividen y se alejan, amigos que no vuelven a hablarse, una inquina insalvable contra ese compañero de trabajo; y ya no digamos la amargura interior cuando un personaje público “odioso” aparece en la pantalla, sobre todo si brillan sus éxitos.

Adorar

Es un verbo que puede utilizarse en el lenguaje coloquial en muchos sentidos. Cuanto más se utiliza en el día a día, menos se entiende lo que verdaderamente significa, porque solo un sentido de esa palabra es preciso y, de la misma manera que creemos en un solo Dios, solo debería hablarse de adorar al Dios verdadero. Pero ya se sabe, “este chico es adorable”, “tengo auténtica adoración por mi madre”, etc., son modos de hablar que manifiestan admiración, agradecimiento, amor profundo.

El terror de la guerra

He tenido ocasión de ver recientemente dos películas sobre guerras, “Civil war” y “El ministerio de la guerra sucia”. No me gusta este tipo de películas, prefiero historias más tranquilas, más agradables de ver, que te dejen un sabor atrayente, pero a veces, por razones sociales normales, toca ver lo que les gusta a otros. La verdad es que me cuesta entender por qué a bastante gente les gustan los tiros, las violencias, o imágenes ciertamente desagradables.

La importancia de leer

El Papa Francisco se ha expresado con detalle y suficiente explicación sobre la importancia de la lectura. Estaba pensando en la formación de los seminaristas, pero ha querido advertir a un público general sobre esa actividad que tanto ayuda a la persona. ¡Qué bueno sería hacer eco a lo que su Santidad ha expresado con interés! Y podríamos decir también que sería importante que haya muchas otras personas que se impliquen en la misma línea. Todo lo que se diga es poco.

Jóvenes con vida cristiana

De las experiencias más impactantes y emocionantes que hoy día se pueden tener es conocer a un chaval, adolescente o cerca de la mayoría de edad, con una notable vida cristiana. Lo grande es que no descubres ese tesoro por algún hecho espectacular, ni porque alguien te lo cuente, sino por detalles que se notan en su vida normal.

El verano en el pueblo

Las disquisiciones sobre cuál puede ser el mejor lugar para pasar el verano pueden ser múltiples y variopintas. Hay gente para todo, somos muchos. En este país la tendencia a la playa es ya antigua y, hoy por hoy, suele ser prioritaria. Pero es indudable que no todos pueden hacer esa elección, porque sale cara. Hay familias que desde tiempo inmemorial tienen alguna casa en la costa o cerca. Y aun así los propietarios, padres de familia o, con más frecuencia, abuelos, pueden ceder o admitir en la casa a uno de sus hijos y nietos durante unos días y en otras fechas al otro hijo y nietos. Hay muchas familias a quienes les encantaría el verano en la costa, pero quizá tendrán “derecho” a quince días.

Educar de cerca

Hace unos cuantos años se podía oír de vez en cuando, en el cole o incluso en el ambiente familiar, la frase “niño, eres un maleducado”, porque había formas de hacer incómodas, porque el niño se dejaba llevar por la pereza o porque decía una palabrota… Hoy el asunto es bastante más grave. El problema no es de pequeños detalles de comportamiento, ahora estamos con mucha frecuencia con unos vacíos de formación en cuestiones esenciales de gran calibre y, como consecuencia, unos comportamientos inmorales frecuentes y graves.

Grandes y pequeñas bibliotecas

El reciente libro “Bibliotecas. Una historia frágil”, de Pettegree, es un estudio más de los que se han hecho en diversas ocasiones sobre ese fenómeno importantísimo para la cultura y la historia como son las grandes colecciones de libros y documentos de diverso tipo. Han sido siempre una referencia indiscutible a la hora de plantear la auténtica formación de las personas, especialmente universitarios, políticos y personajes públicos.

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