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La soledad de los mayores

Desde hace tiempo surge la preocupación, en nuestra sociedad actual, de la soledad de personas mayores, con una edad que les impide moverse con normalidad, o una enfermedad que les limita, y que no tienen apenas familia. Como me encuentro con casos, soy consciente de que es una realidad compleja, difícil de arreglar. Sobre todo cuando nos encontramos con personas que apenas tienen facultades para salir adelante en las obligaciones normales de la vida, del cuidado de la casa, de salir a comprar, de viajar…

Comprensión siempre

Me parece que conviene, según están las cosas, recordar o dar a conocer lo que la Iglesia nos enseña sobre la homosexualidad, porque es lo primero que siempre debemos tener presente. El número 2358 del Catecismo nos dice: “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza”. Esta es la idea básica para tener en cuenta cuando salen estos temas en las conversaciones o en los medios de comunicación.

Urgencia del Bautismo

Recientemente un amigo me contó lo que le ocurrió asistiendo a una misa entre semana. El sacerdote predicó una breve homilía en la que dijo que no era importante bautizar a los niños. Por suerte, a aquella misa, no de precepto y de horario difícil, asistían cuatro señoras mayores que quizá no se enteraron de nada, pero mi amigo, al terminar la celebración se fue a la sacristía a hacerle ver al celebrante el equívoco de semejante afirmación. Al principio quiso defenderse (¿usted cree que a un niño que se muere sin bautismo Dios no le admitirá en el cielo?), pero en cuanto hablaron un poco entró en razón y se disculpó.

Liturgia eucarística

En el catecismo de la Iglesia se emplea un término que viene de antiguo para expresar la importancia del sacrificio del altar: hay “obligación de oír misa” los domingos y fiestas de guardar. Algunos opinan que se debe a una costumbre antigua de cerrar el presbiterio cuando comienza la liturgia eucarística, una vez terminada la liturgia de la palabra. Esto, que se mantiene en la iglesia ortodoxa, no me consta que se haya hecho así en la Iglesia Católica, pero habrá quien me pueda aportar datos que demuestren esta práctica en la antigüedad.

Sociedad caprichosa

En la sociedad capitalista en que vivimos, casi por definición chocamos con un afán consumista preocupante. Se nota en la manía del cambio, la dificultad para mantener lo adquirido, el capricho y el vicio de comprar aunque ya se tenga. Si esta tendencia está presente en los adultos, podemos imaginar lo que ocurre con los niños, el día de Reyes, en su cumpleaños: todo son regalos y más regalos. No hacerlo así daría una imagen de que son pobretones y, por lo tanto, los padres no se cortan y compran. Y maleducan a sus hijos de un modo gravemente irresponsable.

Las esperas sanitarias

Es un tema bastante frecuente de conversación, sobre todo, como es lógico, entre personas de cierta edad, las largas esperas que se encuentran en la sanidad. Parte de culpa la tiene la pandemia, que obligó al paciente a pedir cita para todo con tiempo, dándose la circunstancia, incluso de que en algunos casos hay que pedir cita para pedir cita…

Todo futbol

Sorprende comprobar la cantidad de hombres (pocas mujeres) que viven dominados por el futbol. Personas importantes, con un cargo influyente, con un trabajo absorbente, a veces con demasiadas horas de dedicación. Hombres con una familia bien nutrida, que requiere dedicación, pero que cuando llega el partido de futbol de su equipo no están para nadie. Les absorbe en su totalidad, se olvidan de que tienen asuntos pendientes con los hijos, que deben llamar a un amigo para un asunto importante, que tiene asuntos que solucionar…

La alegría y la ligereza

Seguramente nos hemos dado cuenta en más de una ocasión del modo de comportarse algunas personas cuando están entre amigos. Con frecuencia suena la risotada falta de consistencia, porque hay que quedar bien ante el “chiste” del amigo. Otras veces somos conscientes de que lo único que hay es exceso de licor. Y el que juzga es, con frecuencia, porque él también está bajo la influencia del alcohol.

Las bendiciones

A lo largo de los años he tenido, en ocasiones muy diversas, la experiencia de personas que me han pedido una bendición. A veces piden que les bendiga algo, una medalla de la Virgen que se han comprado recientemente, o cosas menos cercanas al culto, como puede ser un coche. Indudablemente las bendiciones las encontramos ante todo en la liturgia. El sacerdote bendice a los fieles al final de la misa y hay ritos litúrgicos que ya de por sí se llaman así: Bendición con el Santísimo, como un rito compuesto por oraciones y la bendición propiamente dicha.

La liturgia del cielo

En dos o tres ocasiones me he encontrado, por casualidad, con unas reuniones litúrgicas de jóvenes consistentes, básicamente, en hacer mucho ruido. Se puede decir que yo “pasaba por allí”. Es decir, no sé muy bien ni quién organizaba aquel tumulto ni qué tipo de gente celebraba, pero sin duda gente joven. Una señora que estaba también, como yo, sorprendida por el espectáculo, me hizo un comentario mezcla de alegría por ver a tantos jóvenes dentro de una iglesia con la extrañeza por el ruido producido.

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