Y pasaron los Reyes y terminó la Navidad. Es un broche final poco sobrenatural, muy teñido de la emoción de “a ver qué me cae”, si es que hay alguien que tenga intención de regalarme algo. Un ambiente final de estas fiestas, tradicionalmente familiares, que puede resultar para los hijos un tanto prosaico, alejado del clima íntimo del belén y de la historia sagrada, aun cuando los supuestos protagonistas sean aquellos magos venidos de Oriente para adorar al rey de los judíos.