Al cabo de los años conviene remansar nuestros recuerdos y volver a la memoria de los dones recibidos de Dios, entre otros, los impactos divinos recibidos en la oración y los buenos ejemplos de los santos con los que hemos convivido. Asimismo, es importante también recordar algunas de nuestras meteduras de pata colosales, de estrepitosos y terribles errores que, con el tiempo, se relativizan, e incluso divierten las lecciones de la vida.